“Independientemente del momento evolutivo en el que se encuentre la persona en el transcurso de esta enfermedad, ésta siempre deja una gran huella en su vida y en la de su red de apoyo más cercano a nivel socioemocional. Hay pacientes que lo describen como un tsunami que ha pasado por sus vidas”, nos cuenta Míriam Sánchez, doctora en Trabajo Social y docente del ciclo de grado superior de Documentación Clínica y Administración Sanitaria del Centro de Formación Profesional San Juan de Dios (Ciempozuelos, Madrid)
“Como profesionales sanitarios no podemos tratar a todos los enfermos de cáncer por igual, debemos tener presente su individualidad y, a pesar de que hay unos patrones que se repiten (dudas, miedos…) el primer contacto siempre es único, asegura Sánchez. “Desde el ámbito psicosocial de la persona, los aspectos a tener en cuenta la primera vez que se tiene contacto con una persona que padece cáncer, dependerá no de la enfermedad en sí, sino del momento en el que se encuentre la persona en el proceso de esa enfermedad,
Existencia de factores “promotores” del cáncer
La docente del centro de FP San Juan de Dios, afirma que “efectivamente, hay factores psicológicos “promotores” del cáncer, es decir, que intervienen en su desarrollo”. Desde su formación y experiencia considera que “el estrés psicológico es uno de los aspectos más estudiados. La depresión y el estado de ánimo también son factores clave que, además, influyen en la respuesta al tratamiento”.
Por otro lado, “el cáncer también afecta al funcionamiento psicológico, produciendo emociones como la tristeza, la rabia, la ansiedad o alterando la autoestima de la persona, reacciones normales ante esta enfermedad”.
Las mejoras en el pronóstico de la enfermedad y en la calidad de vida de los pacientes son evidentes debido a los constantes avances en este campo, pero los datos de mortalidad son importantes. Según la Organización Mundial de la Salud, el cáncer es una de las primeras causas de fallecimiento a nivel mundial. En España, el informe sobre Unidades asistenciales del área del cáncer. Estándares y recomendaciones de calidad y seguridad, publicado por el Ministerio de Sanidad, Servicios e Igualdad en el año 2013, señala que el cáncer es la segunda causa de muerte (27% del total) y la primera causa de años potenciales de vida perdidos (40% del total) además de uno de los motivos más habituales por los que se acude al hospital.
Profesionales bien formados, esencial
Su experiencia como docente, ha hecho que esta trabajadora social especialista en neurociencias vea fundamental formar a los que, en un futuro cercano, tendrán un contacto directo con estas personas que se encuentran en un momento personal delicado.
Los Técnicos Superiores en Documentación y Administración Sanitaria pueden trabajar en diferentes niveles asistenciales de la red sanitaria pública y privada, tanto en atención primaria como en especializada (hospitales y centros de investigación). Por ello, es fundamental formarles en la atención y orientación a los pacientes y a sus familiares, “aplicando técnicas de comunicación para la mejora de la calidad asistencial y su satisfacción”. Como ejemplo, el trabajo en un hospital en un Servicio de Información y Atención al Paciente, “donde muchos de los pacientes que se atienden son pacientes oncológicos y hay que estar preparado para ello”.
Los Técnicos en Documentación y Administración Sanitaria deben contar con las habilidades básicas para afrontar el primer contacto con el paciente y emplear técnicas básicas de comunicación adecuadas a la persona que padece cáncer. “Éste es un pilar básico para entenderles y ayudarles de manera más eficaz y ofrecerles así una atención más integral y de calidad”, aclara la docente del centro San Juan de Dios de Ciempozuelos.
Otra de las principales funciones de estos profesionales es la codificación de diagnósticos y procedimientos relacionados con la clasificación internacional de enfermedades, gestionar el archivo de las historias clínicas, gestionar la documentación sanitaria, realizar la gestión de ingresos, altas, etc. “Por lo tanto –explica Míriam Sánchez-, tener formación y conocimientos relativos a la enfermedad del cáncer puede contribuir a la priorización y agilización de cualquier gestión relativa a este tipo de pacientes en cualquier momento del proceso evolutivo de su enfermedad”.
En el Centro San Juan de Dios de Ciempozuelos, donde la formación en humanización y el trato individualizado al paciente es una de sus señas de identidad, se enseña este cuidado al paciente oncológico desde tres vertientes complementarias. “Una –enumera Sánchez-, la teórica. sobre los diferentes estilos de comunicación que existen en el ámbito sanitario, focalizándonos en un estilo de comunicación centrado en el paciente que incluya una escucha activa y que favorezca una relación de confianza, para que el paciente con cáncer perciba la ayuda y apoyo emocional por parte del profesional. Posteriormente se les enseña cómo establecer una adecuada relación con el paciente y su red de apoyo: sabiendo escuchar, intentando conseguir que el paciente colabore, entendiendo sus emociones, etc. Y, por último, se exponen ejemplos de casos prácticos para debatir o se utilizan materiales multimedia que permiten favorecer una crítica constructiva, alternativas o fallos encontrados en la atención con los pacientes y la aplicación de lo aprendido”.
Características psicosociales del paciente oncológico
El cáncer puede tener diferentes localizaciones anatómicas (piel, mama, próstata, colon, pulmón, hígado, estómago, etc.), y según esa localización, una incidencia y una tasa de mortalidad según el sexo de la persona que lo padece. Pero a nivel psicosocial, las características generales que suelen presentar los enfermos oncológicos son: estrés psicológico prolongado (en el momento del diagnóstico, durante el tratamiento y toda la evolución de la enfermedad) tanto en el paciente como en sus familiares; sufrimiento emocional y/o espiritual también del paciente y de sus familiares; trastornos del estado de ánimo y ansiedad; miedo a la muerte, a la imagen corporal, al cambio en las relaciones familiares y sociales; diferentes estilos de afrontamiento y estrategias de adaptación a la enfermedad dependiendo por un lado de la propia enfermedad (tipo de cáncer, estadio de la enfermedad, pronóstico…), de la situación sociofamiliar y, por último, de factores propios del paciente (capacidad de adaptación, personalidad…).